Entrenando la Mente
El objeto de la meditación es la mente. Por el momento está, simultáneamente confundida, agitada, rebelde y sujeta a innumerables condicionamientos y patrones automáticos. La meta de la meditación no es el de apagar la mente o anestesiarla sino de hacerla libre, lúcida y balanceada.
El objeto de la meditación es la mente. Por el momento está, simultáneamente confundida, agitada, rebelde y sujeta a innumerables condicionamientos y patrones automáticos. La meta de la meditación no es el de apagar la mente o anestesiarla sino de hacerla libre, lúcida y balanceada.
De acuerdo al budismo, la mente no es una entidad sino más bien un flujo dinámico de experiencias, una sucesión de momentos de consciencia. Estas experiencias están comúnmente marcadas por confusión y sufrimiento, pero también se pueden experimentar como un estado espacioso de claridad y libertad interior.
Todos sabemos que, como nos lo recuerda el maestro contemporáneo Jigme Khyentse Rinpoche, “No necesitamos entrenar a nuestra mente para mejorar su habilidad para estar molestos o sentir envidia. No necesitamos un acelerador del enojo o amplificador del orgullo.” Por el contraria, el entrenamiento mental es crucial si queremos refinar y agudizar nuestra atención; desarrollar un balance emocional, libertad interior y sabiduría y cultivar el deseo de dedicarnos al bienestar de los demás. Tenemos dentro de nosotros el potencial para desarrollar estas cualidades pero no se desarrollarán por sí solas o simplemente porque lo deseemos. Requieren un entrenamiento. Y todo entrenamiento requiere perseverancia y entusiasmo, como ya lo he dicho: no podemos aprender a esquiar si practicamos uno o dos minutos al mes.
De la edición de Septiembre 2010 de Shambhala Sun “Como Meditar”.
Extractos tomados del libro “El Arte de la Meditación” de Matthieu Ricard, publicado por Ediciones Urano © 2009.
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