Nos aferramos a un sentido de "yo" falsamente independiente e irresponsable de sus propios actos. Este sentido de "yo" al que nos aferramos es la base de todo egoísmo fundamental que impregna todas nuestras actitudes y experiencias y hasta condiciona nuestra propia percepción global del mundo. A esta ignorancia fundamental Buda la llamó ignorancia del autoaferramiento, el primero de los tres venenos mentales, y la causa de todo nuestro sufrimiento.
A causa de esta ignorancia en nuestra mente, no vemos las cosas como son, sino que las vemos a través de un condicionamiento subjetivo y contaminado, buscando en el mundo exterior apoyos, objetos o personas que nos den la seguridad que nos falta en nuestro interior.
Debido a la tendencia ignorante de exagerar y solidificar todas nuestras percepciones, tendemos a aferrarnos a todas las personas y objetos agradables que nos encontramos, como si fueran verdaderas fuentes de seguridad y felicidad: nuestros padres, amigos, parejas, hijos, el dinero, la reputación, las posesiones, etc.
Creamos así un síndrome de dependencia en estas personas y objetos sin los cuales no somos capaces de estar felices o seguros. Exigimos a estas personas y objetos continuo apoyo. Por ejemplo, exigimos a nuestros padres que sean perfectos, aunque es imposible que lo sean. Cuando a lo largo del tiempo, las imperfecciones de estos objetos salen la vista, o estamos forzados a separarnos de ellos, empezamos a sentirnos engañados y otra vez solos e inseguros. A este aferramiento ansioso a los objetos y personas agradables, con una excesiva dependencia en ellos, Buda le llamó apego. Éste es el segundo de los tres venenos que contaminan nuestra mente.
Habitualmente este veneno contamina todas nuestras relaciones amorosas con los demás y lo confundimos con el amor mismo. Aunque el amor verdadero es una actitud pura y positiva que desea compartir nuestra felicidad con los demás y ayudarles a ser más libres, el apego desea de una manera esclavizarles y aprovecharse de ellos. Por lo tanto, el apego es totalmente contradictorio con el amor.
El apego en nuesra mente tiene tantas expectativas excesivas que los demás nunca pueden cumplir, que produce una continua acumulación de frustración. Esta frustración acumulada llega a desbordarse en algún momento y produce una explosión de irritación exteriorizada como enfado, o un amargo y bloqueado sentimiento interior de rencor. A esto Buda le llamó odio, el tercero de los tres venenos mentales. Éste es el más destructivo de los venenos mentales, la causa de todas nuestras disputas y malas relaciones.
Cegados por nuestra ignorancia y empujados por nuestrsos intereses egoístas, por el apego y por el odio, realizamos acciones que perjudican a los demás, y que nos mantienen atrapados en un círculo vicioso de sufrimiento, lo que Buda denominó Samsara.
Podemos ver como esta "contaminación mental" es la causa de todos los problemas en nuestra vida, en la sociedad y en el mundo.
Como resultado de una desatinada búsqueda de felicidad en el exterior, nuestro planeta está siendo destruido, y nuestras vidas se están convirtiendo en más complicadas e insatisfactorias. Nuestros miedos e inseguridades han hecho que lleguemos incluso a crear armas de destrucción masiva que ponen en peligro la vida de millones de seres.
Aún así, es posible cambiar. Es posible eliminar todos los peligros, los daños, los sufrimientos que experimentamos si dirigimos el cambio principalmente al interior.
La mente, aunque esté nublada o contaminada por los engaños mentales, especialmente por los tres venenos mentales, puede liberarse de ellos y de todos los sufrimientos que éstos traen, porque en esencia todos somos puros. Cada perturbación o veneno mental tiene un antídoto, una mente positiva que lo contrarresta, y, como dice Gueshe Kelsang Gyatso en Camino Gozosos de Buena Fortuna: "Si nos adiestramos en reducir y superar las causas de las perturbaciones mentales, comprenderemos que, a pesar de que nuestros engaños sean muy fuertes, de momento no son permanentes, porque los podemos reducir aplicando sus antídotos. Si no son permanentes y existen sus antídotos, no hay duda de que podemos eliminarlos por completo y para siempre".
En vez de culpar a los demás por nuestros problemas, si nos adiestramos en la meditación, no hay duda de que podremos poco a poco reducir y finalmente lograr eliminar estos tres venenos de nuestra mente y lograr la verdadera paz de Nirvana.
Con esta paz que surge de pura energía de sabiduría, aunque tengamos que vivir en este mundo rodeado de personas confusas y estresadas y aunque todavía tenemos que envejecer y morir, estas circunstancias externas no pueden perturbar nuestra paz interior y con amor podemos dedicarnos a beneficiar a los demás y ayudarles a purificar su mente y lograr el mismo estado puro de la iluminación, el estado de un Buda.
A causa de esta ignorancia en nuestra mente, no vemos las cosas como son, sino que las vemos a través de un condicionamiento subjetivo y contaminado, buscando en el mundo exterior apoyos, objetos o personas que nos den la seguridad que nos falta en nuestro interior.
Debido a la tendencia ignorante de exagerar y solidificar todas nuestras percepciones, tendemos a aferrarnos a todas las personas y objetos agradables que nos encontramos, como si fueran verdaderas fuentes de seguridad y felicidad: nuestros padres, amigos, parejas, hijos, el dinero, la reputación, las posesiones, etc.
Creamos así un síndrome de dependencia en estas personas y objetos sin los cuales no somos capaces de estar felices o seguros. Exigimos a estas personas y objetos continuo apoyo. Por ejemplo, exigimos a nuestros padres que sean perfectos, aunque es imposible que lo sean. Cuando a lo largo del tiempo, las imperfecciones de estos objetos salen la vista, o estamos forzados a separarnos de ellos, empezamos a sentirnos engañados y otra vez solos e inseguros. A este aferramiento ansioso a los objetos y personas agradables, con una excesiva dependencia en ellos, Buda le llamó apego. Éste es el segundo de los tres venenos que contaminan nuestra mente.
Habitualmente este veneno contamina todas nuestras relaciones amorosas con los demás y lo confundimos con el amor mismo. Aunque el amor verdadero es una actitud pura y positiva que desea compartir nuestra felicidad con los demás y ayudarles a ser más libres, el apego desea de una manera esclavizarles y aprovecharse de ellos. Por lo tanto, el apego es totalmente contradictorio con el amor.
El apego en nuesra mente tiene tantas expectativas excesivas que los demás nunca pueden cumplir, que produce una continua acumulación de frustración. Esta frustración acumulada llega a desbordarse en algún momento y produce una explosión de irritación exteriorizada como enfado, o un amargo y bloqueado sentimiento interior de rencor. A esto Buda le llamó odio, el tercero de los tres venenos mentales. Éste es el más destructivo de los venenos mentales, la causa de todas nuestras disputas y malas relaciones.
Cegados por nuestra ignorancia y empujados por nuestrsos intereses egoístas, por el apego y por el odio, realizamos acciones que perjudican a los demás, y que nos mantienen atrapados en un círculo vicioso de sufrimiento, lo que Buda denominó Samsara.
Podemos ver como esta "contaminación mental" es la causa de todos los problemas en nuestra vida, en la sociedad y en el mundo.
Como resultado de una desatinada búsqueda de felicidad en el exterior, nuestro planeta está siendo destruido, y nuestras vidas se están convirtiendo en más complicadas e insatisfactorias. Nuestros miedos e inseguridades han hecho que lleguemos incluso a crear armas de destrucción masiva que ponen en peligro la vida de millones de seres.
Aún así, es posible cambiar. Es posible eliminar todos los peligros, los daños, los sufrimientos que experimentamos si dirigimos el cambio principalmente al interior.
La mente, aunque esté nublada o contaminada por los engaños mentales, especialmente por los tres venenos mentales, puede liberarse de ellos y de todos los sufrimientos que éstos traen, porque en esencia todos somos puros. Cada perturbación o veneno mental tiene un antídoto, una mente positiva que lo contrarresta, y, como dice Gueshe Kelsang Gyatso en Camino Gozosos de Buena Fortuna: "Si nos adiestramos en reducir y superar las causas de las perturbaciones mentales, comprenderemos que, a pesar de que nuestros engaños sean muy fuertes, de momento no son permanentes, porque los podemos reducir aplicando sus antídotos. Si no son permanentes y existen sus antídotos, no hay duda de que podemos eliminarlos por completo y para siempre".
En vez de culpar a los demás por nuestros problemas, si nos adiestramos en la meditación, no hay duda de que podremos poco a poco reducir y finalmente lograr eliminar estos tres venenos de nuestra mente y lograr la verdadera paz de Nirvana.
Con esta paz que surge de pura energía de sabiduría, aunque tengamos que vivir en este mundo rodeado de personas confusas y estresadas y aunque todavía tenemos que envejecer y morir, estas circunstancias externas no pueden perturbar nuestra paz interior y con amor podemos dedicarnos a beneficiar a los demás y ayudarles a purificar su mente y lograr el mismo estado puro de la iluminación, el estado de un Buda.
- Guen Kelsang Tharpa -
Que maravilla maestro
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