Lunes Febrero 20, 2012.
Extractos del preámbulo de Matthieu Ricard en “Reciclaje" – Egoísmo Ciego - de Didier Ruef.
Imaginen un barco que ha sido dañado en el cual es necesario usar toda la potencia de las máquinas para bombear hacia fuera el agua que se le metió. Los pasajeros de primera clase quieren seguir usando el aire acondicionado así como otras facilidades mientras que la única preocupación de los pasajeros de segunda clase es la aspiración de ascender a primera clase. Pronto, todos se ahogan después de haber usado el aire acondicionado por unas horas más en lugar de que todos se hubieran salvado. En un barco común, un capitán toma las medidas necesarias para prevenir que el barco se hunda. Pero en este caso, los pasajeros insisten en ser sus propios líderes y tomar sus propias decisiones.
El equilibrio de fuerzas que se confrontan con problemas ambientalistas y otros retos de nuestros tiempos se asimila al de unas tribus compitiendo por los beneficios de un barco que se hunde, un fuego en un bosque y una bomba de tiempo.
Un grupo de investigación de ingenieros británicos declararon que, asumiendo que todos los ingenieros que operan en el mundo se dedicaran a desarrollar tecnologías para producir energía renovable, tal esfuerzo no sería suficiente para desacelerar el calientamiento global.
Un miembro del partido verde británico recientemente explicó en la BBC que: “Todo el problema del cambio climático se basa en el hecho de que es debatido a nivel intelectual por gente que vive en la ciudad donde todo es artificial. Estas personas no experimentan los cambios que ocurren en la realidad. Billones de personas son ahora habitantes citadinos aislados de los ciclos naturales, no son capaces de atestiguar estos procesos. Sin embargo, si conversas con miembros de comunidades que viven en las selvas tropicales o con la gente más pobre de Africa que está tratando de cultivar granos, ellos dicen que el cambio climático es muy dramatico, que está sucediendo muy rápidamente y que tiene implicaciones para la naturaleza y su bienestar.” Lo mismo se puede decir acerca de la proliferación del desperdicio.
Los problemas globales sólo se pueden tratar por instituciones trasnacionales. En un mundo global, los jefes de estado deberían de jugar el papel de gobernadores de provincias, que administran los asuntos locales y delegar el destino del planeta a las autoridades trasnacionales.
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