El
año Nuevo tibetano, o Losar, comienza con la luna nueva de los meses de febrero
o marzo, el momento en el que el primer deshielo de la primavera llega a las
planicies del Tibet.
El
calendario tibetano abarca un ciclo de 60 años, y cada año es representado por
uno de los doce animales ( igual que el calendario chino) y uno de los cinco elementos
(agua, fuego, madera, metal y tierra). Para los tibetanos el comienzo del nuevo
año es un tiempo sagrado, un tiempo para estar con la familia y con la fé de
cada uno. Es un alegre momento de celebración.
La
celebración del Losar empieza los días que anteceden al día de año nuevo
propiamente dicho. Durante este período se pagan las deudas, se resuelven las
disputas, se hacen nuevas ropas, casas y monasterios se limpian de arriba a
abajo, se pintan las paredes, las escaleras de piedra se friegan y se enceran,
y se hacen docenas y docenas de kapse (lazos de Losar fritos). Las familias
sacan sus mejores alfombras y su servicio de plata. Se colocan símbolos de
buena suerte en lugares estratégicos. Se encienden las lámparas de mantequilla.
Se colocan flores en los altares. Se hacen grandes pilas de ramas de junípero,
cedro, rododendro y otras hierbas aromáticas que se preparan para ser quemadas
como incienso.
En
la noche de la luna oscura, la víspera de año nuevo, la familia se reúne
alrededor de una humeante sopa con pasta rellena (“dumplings”) llamada gutuk ,
que literalmente significa “la novena sopa”. Todo debe ser nueve. Debe haber al
menos nueve ingredientes y todo el mundo debe tomar al menos nueve tazones de
sopa. Algunos de los dumplings esconden una sorpresa encerrada en la pasta.
Cuando comienza la comida cada persona abre uno de estos dumplings especiales.
El objeto que cada uno encuentre indicará la personalidad de la persona, como
los pastelillos chinos de la buena suerte...
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