¿Adónde quieres llegar?
Y cuando llegues allí ¿a dónde querrás ir?
Y una vez alcanzado ese objetivo, ¿cuál te propondrás?
¿Te das cuenta?
No hay fin. Siempre quieres más. Siempre buscas algo.
Te crees saboteado por el destino, te sientes incompleto, confundido.
Y si no llegas a tu destino, ¿eso supone que eres un fracaso?
¿Por qué desprecias todo lo que has vivido? ¿Por qué deshechas el camino mismo?
¿De verdad es tan importante llegar a uno u otro sitio?
¿O lo verdaderamente importante es llegar lo más intacto posible, crecido, amoldado, flexible, sabio?
Date cuenta como el final no existe.
Cuando llegamos al final de un trayecto iniciamos de inmediato un nuevo camino.
Y, sin darnos cuenta, el camino siempre es el mismo. Porque es el nuestro y así lo decidimos.
Cambiará el paisaje, cambiarán los acompañantes, cambiarán los idiomas, etc...y, sin embargo, es el mismo camino que empezamos el día que nacimos.
Fíjate.
Retrocede y recuerda y te percatarás de lo que te digo.
Así nos pasamos la vida llegando y partiendo. Llegando y partiendo al mismo sitio: fuera y dentro de nosotros mismos.
Quizás la verdadera meta sería no anhelar un nuevo destino sino convertir el proceso en final de trayecto, en un fin en si mismo.
Convertir el tropiezo en el verdadero sentido.
No iniciar un nuevo camino sino continuarlo perdonando todo lo sucedido.
Y cuando llegues allí ¿a dónde querrás ir?
Y una vez alcanzado ese objetivo, ¿cuál te propondrás?
¿Te das cuenta?
No hay fin. Siempre quieres más. Siempre buscas algo.
Te crees saboteado por el destino, te sientes incompleto, confundido.
Y si no llegas a tu destino, ¿eso supone que eres un fracaso?
¿Por qué desprecias todo lo que has vivido? ¿Por qué deshechas el camino mismo?
¿De verdad es tan importante llegar a uno u otro sitio?
¿O lo verdaderamente importante es llegar lo más intacto posible, crecido, amoldado, flexible, sabio?
Date cuenta como el final no existe.
Cuando llegamos al final de un trayecto iniciamos de inmediato un nuevo camino.
Y, sin darnos cuenta, el camino siempre es el mismo. Porque es el nuestro y así lo decidimos.
Cambiará el paisaje, cambiarán los acompañantes, cambiarán los idiomas, etc...y, sin embargo, es el mismo camino que empezamos el día que nacimos.
Fíjate.
Retrocede y recuerda y te percatarás de lo que te digo.
Así nos pasamos la vida llegando y partiendo. Llegando y partiendo al mismo sitio: fuera y dentro de nosotros mismos.
Quizás la verdadera meta sería no anhelar un nuevo destino sino convertir el proceso en final de trayecto, en un fin en si mismo.
Convertir el tropiezo en el verdadero sentido.
No iniciar un nuevo camino sino continuarlo perdonando todo lo sucedido.
"Especulando
se nos pasa la vida
sin previo aviso"
No hay comentarios:
Publicar un comentario