6/11/12

Nuestra felicidad depende de la de los demás... de nuestra capacidad para hacer felices a los demás.- Matthieu Ricard


Martes 27 marzo 2012...

Entre todas las formas torpes, ciega y extrema que avanzamos en la construcción de la felicidad, una de las más estéril es egocentrismo. "Cuando la felicidad egoísta es la única meta en la vida, la vida pronto se convierte en cero", escribió Romain Rolland.

Incluso si mostrar todos los signos externos de la felicidad, nunca podremos ser verdaderamente felices si nos distanciamos de la felicidad de los demás. Esto de ninguna manera nos obliga a descuidar nuestra propia felicidad. Nuestro deseo de felicidad es tan legítimo como cualquier otra persona.

Y para amar a los demás, debemos aprender a amarnos a nosotros mismos.
No se trata de desmayarse sobre el color de nuestros ojos, nuestra figura o algún rasgo de la personalidad, sino de dar el debido reconocimiento a las ganas de vivir cada momento de la existencia como un momento de sentido y plenitud.

 Amarse a uno mismo es amar la vida. Es esencial entender que nos hacemos felices en hacer felices a los demás.

En resumen, el objetivo de la vida es un estado profundo de bienestar y sabiduría en todo momento, acompañado por el amor a todos los seres, y no por el amor individual que la sociedad moderna sin descanso tambores en nosotros.

La verdadera felicidad nace de la bondad esencial de todo corazón que todo el mundo quiere encontrar un sentido a sus vidas. Es un amor que está siempre disponible, sin espectacularidad o interés propio. La simplicidad inmutable de buen corazón.

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