5/11/11

Ser o no Ser, esa es la cuestión

Cuando uno se permite SER no le falta de nada, porque ES en su totalidad. Y la totalidad es completa, sin carencias, lo tiene todo para experimentar el flujo de la energía y la alegría vital.


Cuando uno se permite SER ya no necesita las creencias limitantes que le han conducido a la dualidad, a la división, a juzgar en términos de bueno o malo, en términos de salud o enfermedad, en términos de mejor o peor. Porque en esa totalidad del ser la división no existe y, por tanto, cualquier experiencia es PERFECTA, COMPLETA e IRREPETIBLE.


Cuando uno se permite SER, ES y, por tanto, HACE lo correcto, sin pasar por el tamiz del intelecto domesticado por una instrucción que parte de la necesidad de la dicotomía y de los recuerdos bloqueantes. Cada ACTO es nuevo, mágico, sin miedo al error, al juicio ni al pecado.


Cuando uno se permite SER y HACE lo que tiene que hacer DICE lo que tiene que decir en el momento adecuado porque su palabra está exenta de dolor y sufrimiento y, por tanto, no precisa del cinismo o la ironía que divide la realidad entre él y el resto.


Cuando uno se permite SER y HACE lo correcto TIENE lo que le corresponde, que no es ni más ni menos que el TODO, una infinitud de posibilidades hermosas latentes a punto de eclosionar para expandirse entre quienes le rodeen.


Cuando uno se deja SER, los mensajes que recibe son CLAROS y DIÁFANOS, porque provienen de la FUENTE, y la fuente no necesita la mentira o la duda. Así, cuando uno recibe un mensaje de la fuente SABE, simplemente, sin necesidad de argumentos ni disquisiciones racionales.


Cuando uno se deja SER, ES y, por tanto no necesita REAFIRMACIÓN, que la reafirmación surge de la inseguridad de la vida civilizada.
Así,
 cuando uno se permite SER
HACE lo que tiene que hacer
DICE lo que tiene que decir
TIENE lo que le corresponde
SABE lo que tiene que saber
Y AMA cada latido de esa VIDA que FLUYE sin necesidad de REAFIRMARSE.

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